“Ante el silencio de la voz del cielo [el hombre] intenta tímidamente recuperar la cultura mitológica para acallar la angustia que late en su corazón"



-¿Qué es El cielo que nunca habló?

-El cielo que nunca habló es el tercer volumen de una septología en la que, de momento, se estructura mi Obra Poética Es, por tanto, la continuación inmediata de Dioses y héroes en retirada, por lo que el contenido de ambos libros guarda una estrecha relación y podría resumirse de la siguiente manera: una vez expulsados los dioses y héroes de nuestra mitología grecoromana, que nos marcaban tanto los actos como las conciencias morales de los mismos, el hombre de finales del siglo XX y principios del actual XXI, liberado de toda cultura que restringe la libertad, habla con un Cielo, con un Dios desconocido; y, llevado de la altivez y la neurosis de su nuevo estado, se cuestiona las injusticias terrenales, la belleza del mundo, el problema de la eternidad… Pero, ante el silencio de la voz del cielo, al final del libro, intenta tímidamente recuperar parte de aquella cultura mitológica para acallar la angustia que late en su corazón, a la deriva en una sociedad donde todo se duda, cuando no de la carestía de cualquier valor ético o religioso, y la evidencia de una paulatina degradación de la especie humana.

- ¿Qué piensas de la poesía española actual?

- Rara vez en la historia ha habido más poetas que ahora ni con tantos conocimientos lingüísticos, literarios, estéticos, etc., etc. Sin embargo, en vez de utilizar este bagaje para dignificar el noble oficio artesano de la poesía , la inmensa mayoría se ha empecinado en una lucha sorda para alcanzar un puesto de prestigio dentro de una sociedad que sólo premia al mediocre y al que se deja llevar por la tentación de la corrupción.
Duele decirlo, pero la mediocridad y la corrupción son las señas de identidad de esta época, lo cual tiene, naturalmente, una muy clara traducción poética: los autores, obsesionados por obtener un premio o alcanzar determinadas prebendas, siguen las pautas que les marca el poder y no tienen la valentía de desnudarse en el verso y arrojar al poema el propio corazón o el espíritu oculto de la voz colectiva.